La historia de Maria y Christian

María llegó al distrito de San Juan de Lurigancho en 1986, junto a su esposo y su primer hijo en brazos. Tanto ella como su pareja llegaron a Lima provenientes del interior del país. Les avisaron que estaban ocupando terrenos al pie de los cerros y cuando llegaron levantaron su vivienda con esteras y plástico. Aunque, al principio, Christian no deseaba quedarse, con el transcurso del tiempo lo aceptó de buen modo. Era la única vivienda de la familia.

El terreno recibido era desigual, con gran profundidad en la parte posterior, de aproximadamente dos metros. Tuvieron que rellenarlo con ayuda de familiares y vecinos hasta nivelarlo. Seis años después levantaron una primera construcción de ladrillos en la parte delantera, con el apoyo de toda la familia, recogiendo piedras y cargando arena para las bases.

Las viviendas tipo B se ubican usualmente en las zonas planas del distrito de San Juan de Lurigancho, en Lima, Perú. Tienen un solo piso, con proyección a construir uno o más pisos adicionales, presentan ausencia de acabados en su exterior e interior. En una vivienda de este tipo viven cuatro personas en promedio. La mitad de estos hogares se compone de una familia, el resto tiene dos familias por vivienda.

Actualmente, la casa cuenta con título de propiedad y está compuesta por sala-comedor, cocina, lavandería, baño y tres habitaciones.

Las divisiones internas de la casa están hechas de ladrillos y también de triplay. María comparte el dormitorio con su hijo menor. Christian comparte con Ronald. Vania comparte el cuarto con su hija Válery de siete años.

La familia recibió un préstamo del Banco de materiales y con los insumos entregados pudieron levantar todas las paredes externas de la casa, sin embargo, el material no alcanzó para hacer las divisiones internas. Todo el piso es falso o frotachado, excepto por el de la sala que tiene mayólica.

Los hijos de la familia son seis en total, pero dos de ellos ya no viven ahí. Christian y Ronald son los hijos mayores que aún viven en casa, el primero es electricista; el segundo se dedica al corte y confección de ropa. Los menores son Valery y Eric, ella atiende un pequeño negocio de venta de gaseosas desde casa, y el menor de todos cursa la secundaria.

Mary trabaja cuidando un adulto mayor en el distrito de Pueblo Libre. El trayecto hasta ahí es de una hora. En casa, los dos hijos mayores pagan la luz y el agua, y Vania se encarga de cocinar para su hermano menor e hija, quien nació con discapacidad motriz.

El servicio de agua y desagüe llegó a la zona en el 2008 y el de luz en 1990. María recuerda que al principio las familias compraban agua semanalmente; así también conformaron comisiones para el uso del baño comunal que improvisaron en la falda del cerro.

Era un tiempo en que los niños solían enfermarse con frecuencia de infecciones diarreicas. Actualmente, el agua tiene cortes del servicio en la tarde y por eso los vecinos juntan agua en cilindros.

Con el paso de los años, el material se ha deteriorado y es posible ver paredes resquebrajadas y calaminas dañadas. La última mejora realizada a la vivienda fue hecha por el esposo de María el año pasado, quien puso mayólica en la sala y renovó algunas calaminas del techo. Sin embargo, como una familia extensa que es, les cuesta llegar a acuerdos comunes relacionados a la mejora de la casa en la que todos habitan. Todos cuentan con carga familiar, tienen diferentes oficios y sus ingresos no son regulares, excepto por María que sí cuenta con un sueldo fijo.

Hace unos años, identificaron que una de las paredes de la sala tenía una desviación que dejaba espacio suficiente para el ingreso de roedores. Han detectado la presencia de ratas que corren por el techo de calamina y se meten a ese espacio, entre la pared del vecino y la propia.

La inseguridad ha sido un tema recurrente para las familias de la zona. A partir de las diez de la noche, los robos y presencia de delincuentes son usuales. Antes circulaba hasta droga, pero ahora ya no se observa. Desde el 2016, los vecinos decidieron colocar rejas para evitar el tránsito de desconocidos por sus viviendas y reducir los robos.

María ha costeado personalmente algunos arreglos de la casa a través de juntas, y aunque el banco le parece el medio más rápido para solicitar un préstamo y realizar las construcciones faltantes, ella no cuenta con historial crediticio ni puede sustentar sus ingresos.

María desearía realizar mejoras, primero techar y sobre esa base levantar un segundo piso con cuartos para cada uno de sus hijos.

Le preocupa más el hijo menor, quien le ha pedido que le armen un cuarto provisional con triplay en la sala, para tener un espacio propio con mayor privacidad.

 

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